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Unexpected Love [One-shoot] {Parte II}

martes, 21 de abril de 2015




S H E R L O C K    G Ó M E Z



— ¿Puedes dejar de ver la foto de tu novio por un momento? — Entrecerró los ojos Josh.
— No es mi novio y no estoy viendo nada. — me defendí. — bien, sólo estaba viendo una foto y me doy cuenta que… quizá lo conozca, pero no sé de donde.
— Tal vez en la calle, Abbi es un chico común y corriente y no dudo que se hayan topado alguna vez.
— Ya. No discutan, Abbi está enamorada eso es obvio.
— No estoy enamorada. No puedo enamorarme de alguien a quien apenas conozco y nunca he visto en mi vida. Además, no son mis gustos tampoco. Es más como… como un amigo, sí eso.
— Amigo o lo que sea, ese chico te provoca algo. — continuó Nerina. — en fin, ¿Me acompañarían por un libro después de clases?
— Sí. — continuó Josh — Abbi —se acercó a mí — me agrada que te guste un chico pero no te enamores, no todavía.

Me encogí de hombros. Las palabras de Josh hicieron que mi piel se erizara.

* * *

Me sorprendí al ver la librería a la que Nerina necesitaba ir. ¿Enserio? ¿Poética? Vería de nuevo a esos dos capullos y no estaba de humor para discutir con ellos nuevamente.
Entré a regañadientes. Igual que la vez anterior, uno de los chicos y justamente el que me revolvía mis intestinos nos atendió. El chico barbón con la sonrisa más fingida de su vida nos preguntó si buscábamos un libro en especial.
— Buscando a Alaska. ¿Lo tienen? — preguntó Josh
Rodé los ojos cada vez que lo veía. Joder, si era insoportable sólo su presencia. El chico barbón tecleó el nombre del libro. Si supieran Josh y Nerina que la persona que nos estaba atendiendo me desagradaba es posible que me acusen de pecadora por despreciar a un barbón.
— Creo que sí lo tenemos. ¡Rian, ¿Está el libro de buscando a Alaska?!
¿Escuché bien? Levanté la mirada hacia la parte de arriba de la librería. Un chico iba bajando las escaleras y en cuanto cruzamos miradas comprendí todo. ¡Joder! El chico Tinder es el mismo chico capullo con el que discutí aquel día. bajé la mirada rápidamente antes que me reconociera. Me escondí en Josh pero él de inmediato me alejó.
— ¿Qué te pasa Abbi? ¡Chu! ¡Aléjate!
— Aquí está el libro. — dijo el chico mientras le entregaba el libro a su compañero.
— Joder — mascullé hacia Nerina — Joder, es él.
— ¿Quién? ¡Oh por Dios, es verdad!
Parecía que él no me reconocía, no obstante, en dos ocasiones que lo miré esbozó una sonrisa. ¿Inercia? ¿Coincidencia? Oh, no lo creo.
— Veré si encuentro el libro que quiero. — Avisó Nerina pero el chico barbón la detuvo.
— Antes de pasar, es necesario que dejen sus mochilas, por favor.
Le entregué con mala gana mis cosas y caminé con la mirada al suelo y sin fijarme en lo que estaba ocurriendo atrás de nosotras. Nos fuimos a la sección infantil y me dejé caer en un sillón que estaba justo en medio. ¡Joder, sí! Cuando ellos le preguntaron donde trabajaba él contestó Poética. Ahora entendía de donde lo reconocía.
— Puedes hablarle y decirle de nuevo que se joda.
— No es gracioso Nerina. Ese chico cuando me vio me odió y yo también lo odié, pero en la aplicación es tan… diferente.
— El amor ocasiona que cambien las personas.
— No, hostias no. Ese chico no me gusta pero…
— Tampoco te desagrada, es lógico. Vamos Abbi, ¿Qué es de malo enamorarse? Tienen tantas cosas parecidas que es posible que se acoplen muy bien.
— Me odia.
— No te odia, quizá dijo eso aquel día porque le agradaste y bueno, los chicos buscan la forma más extraña de llamar la atención.
— Abbi. — la voz de Josh se escuchó en la pequeña habitación. — ¿el chico de allá fuera no es tu novio?
Dejé caer de nuevo mi cabeza en el sillón. ¿Por qué sentirse de esta forma era tan desesperante? No estaba enamorada, no me atraía, no me gustaba, ni siquiera se me hacia simpático. Tal vez interesante, quizá curioso, a lo mejor agradable.

* * *
— Sé que debo comprar el libro pero quiero ahorrar el dinero. — se debatió Nerina con el libro en mano. — ¿Qué harían ustedes?
— Comprar el libro. — dijimos al unísono con Josh.
— Mejor vámonos, no quiero tentaciones cerca.
— ¡No! — grité y ellos voltearon perplejos. — quiero decir que… — agarré el primer libro que vi — me agrada este libro, quiero preguntar cuanto cuesta.
— ¿Piensas comprar un libro y no sabes cuál es?
— Se ve interesante. — miré el libro por primera vez. — me agrada, es de porteros de fútbol.
Salí de la sección de niños hacia caja. Estaba el barbón capullo. Traté de sonreír sin mostrar todo mi desagrado hacia él.
— Hola. — coloqué el libro en la barra. — ¿Qué precio tiene el libro?
— Estás con suerte — sonrió — está en oferta. Por sólo 10 euros será tuyo.
— Lo quiero — dije decida, sin embargo, no estaba segura de lo que hacía.
— Oh, ¿Puedes esperar un poco? se ha acabado el papel para tu ticket, no tardo.
El barbón capullo se fue en busca de un poco más de papel. En el momento que lo hizo busqué con la mirada al chico pero no estaba en la parte de abajo. Inspeccioné arriba y justo cuando miré al frente él estaba viéndome. Mis ojos se abrieron al par y bajé la mirada al instante.
— Listo, aquí está el papel.
Pagué y me di vuelta para buscar a los chicos, ya quería irme, estaba pasando una gran vergüenza, quizá ya me había reconocido y se estaba riendo de mí.
— ¿Por qué tardaron tanto? — pregunté en cuanto los vi acercarse a mí. Estaba haciendo preguntas estúpidas y todo por el nerviosismo.
— ¿Te sientes bien? — preguntó Josh — pide las mochilas, Nerina se debe de ir temprano. La convencí de no com… ¿compraste el libro?
Me encogí de hombros ¿qué podía decir cuando la evidencia estaba frente a ellos? Le quité la ficha para pedir las mochilas. El barbón ya no estaba y entonces quien me atendió fue alguien a quien no quería sostenerle la mirada.
— Las mochilas por favor. — mi voz se agudizó,  sonreí con torpeza y mascullé como si estuviera en un funeral.
Rian sonrió  y fue por las mochilas. Nerina y Josh se reían sin poder controlarse. Brincaban como si hubiesen visto a un famoso. Rian regresó con las cosas y me las entregó, agradecí bajando la cabeza. Salí como si me persiguiera alguien.
— Nuestra pequeña Abbi tiene novio. —se burló Josh.
— Que no es mi novio, ¡Qué no! — farfullé.
— ¡La puerta hacia el amor! — comenzó a cantar Nerina con brincos y vueltas.
— ¿Eso qué es? — pregunté confundida.
— Mi canción hacia ti. Cuando alguien está enamorado se canta… ‘La puerta hacia el amor’
— No tiene lógica. Además, no estoy enamorada. Sólo falta que se pongan a bailar y a cantar en pleno centro de Madrid.
Error. Nerina y Josh se miraron cómplices. Y sin más, comenzaron a cantar y con coreografía. Los miré perpleja cuando Josh subió la nota de la canción y todos los que estaban cerca lo miraron.
— ¿Cómo sabrá que la amas? ¿Cómo le muestras cariño?
— ¿Cómo sabrá que en verdad la amas? Sí, ¿la amas?

* * *

— ¿Crees que deba pedir media Sandía? — pregunté dudosa a Josh mientras veía la gigantesca Sandía en el aparador.
— Vives sola, no creo que sea necesaria tanta. A menos que vayas a invitar a tu gran amigo a comer Sandía.
— Llevaré un cuarto. — dije decidida.
— Así que… ¿tu novio?
— Joder con lo mismo. No es mi novio, apenas llevamos unas cuantas palabras cruzadas. Ni siquiera creo que le guste, además parece que necesitaba un amigo o en este caso amiga con quien hablar de estos temas, nunca hemos escrito algo más allá. Quizá tenga novia. — empujé el carrito hacia el otro área del súper.
— Si tiene novia ¿Por qué está en Tinder?
— Porque hay chicos así. Siempre habrá algún chico que le guste jugar y olviden por un momento que hay una chica esperando por ellos.

* * *
“Joder, estoy más que cabreado… estoy indignado. ¿Puedes creer que han corrido a mi periodista favorito?”

“ Tranquilo, encontrará pronto otro trabajo, si es muy bueno entonces no tendrá problemas.”

“¡Oh, no! ven a abrazarme o voy a golpear al tío que hizo todo esto. No pueden correrla.”

“Un buen periodista en donde sea lo será.”

En estos últimos días, el despido injustificado de aquella periodista estaba en boca de todos y eso me estaba colmando la paciencia. ¿Acaso no había otro tema mejor que eso? Sin embargo no podía decírselo, no quería meterme en temas ajenos a mí.

         “¿Por qué todo es tan injusto?”

    “Porque la vida así lo quiso, amigo”

“No creo que sea correcto. Necesito hacer algo”

“No puedes, eres un simple mortal.”

Bien, estaba enojada y desesperada. En la radio, televisión, prensa y ahora él hablaban de la periodista que fue despedida injustamente. ¿No hay algún gato que salvar de un árbol o un famoso donando a los pobres? Necesitaba otro tipo de noticia.

“De este mundo tan injusto, lo que me alegra es que pude conocerte.”

* * *


“Dime que estás viendo el partido. Estoy en el trabajo y cuando el jefazo se va puedo poner la transmisión.”
                                              
“Claro que lo estoy viendo. Pero nada nuevo, el Barcelona ganando como siempre”

“Le han regalado el partido a tu equipo, joder así cualquiera gana”

“Que el espanyol no pueda no quiere decir que le regalen el partido al Barcelona.”
                                              


         No podía iniciar el sábado sin ver el partido del Barcelona. Hubiese amado estar en el estadio apoyándolos pero la casa necesitaba de una limpieza urgente y no tenía euros para viajar al estadio. Dejé el celular en la cama y corrí directo a la estufa, parecía que iba a explotar. El sonido del celular me indicó un nuevo mensaje, regresé y sin esperar a que el sonido terminara abrí la aplicación para ver su respuesta.

“No, pues con ese jugadorazo que va de amarillo y que tiene silbato… cualquiera gana”
“ ¿Qué harás hoy en la tarde?”

         Tragué saliva. ¿Esto es una especie de invitación, algo así como una… ¿cita? Una sonrisa apareció en mi rostro y esa sensación en mi estomago como si fuesen mariposas comenzaba a trabajar. Las mariposas revoloteaban y mi piel se erizaba el sólo pensar que nos encontraríamos por primera vez y posiblemente me reconocería. 

“No lo sé, creo que no tengo nada preparado. ¿Por qué?”

“Tengo hambre, ¿te gusta la lasaña? Estoy muy fachoso, pero si dices que sí prometo arreglarme.”

“¿Fachoso? ¿Qué tan fachoso? Yo estoy como cenicienta y no creo que me ganes.”

“Ya. Mi pantalón está roto y tengo los tenis más sucios que encontré”

“Bueno, digamos que la vida es tan corta como para peinarse”

“¿Hola? Yo no me he cortado en meses el cabello”

“Vale, tú ganas. Quizá deba de bautizarte señorito fachas”
“¿Debo de encontrar un apodo para ti? ¿Te parece bien rulos? He visto tu imagen de perfil y tienes un bonito cabello, además de tu sonrisa.”

         Vale, esto no lo esperaba, de hecho no esperaba recibir un apodo ni siquiera sé por qué fui yo la que comenzó con eso es tan… cursi que las mariposas de mi estomago en realidad eran una especie de nauseas.

“Entonces, ¿sí estás libre hoy?”

         Estuve a punto de contestar cuando la chillona voz de mi prima apareció junto con las bolsas de compras para la comida de la tarde. Quería ignorarla y responder que sí, que estaba libre y que quería ir con él pero fue imposible. Mi mamá venía con mi tía y todo plan estaba cancelado.

“Parece como si el destino no quisiera que nos conociéramos. Lo siento pero no puedo, tengo visitas y es imposible que salgamos”

         Mandé el mensaje y olvidé por todo el día el teléfono.  

* * *
“Mi prima sigue en casa y sólo le faltan unos días para adueñarse del lugar. No la soporto”

“Piensa que ya falta poco para que se vaya, menos días a comparación de cuando llegó.”

“Supongo que eso me reanima. ¿Has visto la tabla general de los equipos?”
“Sigo creyendo que es un robo, el espanyol no puede ir tan abajo”

“Suerte para la próxima. Ja, ja, ja ¿Te has dado cuenta que nuestros temas son tan random pero incluso así siempre terminamos hablando de fútbol?

“Me gusta ser random contigo. Hace tiempo que no hablaba así con alguien.”

“ Sabes, algunos culés me agradan. De hecho últimamente he hablado mucho con una y me siento afortunado de eso. Esto no me había pasado en mucho tiempo, ni siquiera con mi hermana. Pero me gustaría cocinarle diario.”

“A mi también me gusta ser random contigo”


* * *

“Buenos días rulos (:”

Leí su pequeño mensaje una y otra vez hasta que cada letra, cada palabra y ese pequeño emoticon se quedara clavado en mi mente muy adentro y en el fondo. Mis mejillas se sonrosaron. Probablemente todo esto podría ser insignificante para otros, pero para mí era un bonito detalle.

“Buenos días, señorito fachas :)”

Me levanté para arreglarme e irme a clases. Ya llevaba veinte minutos de retraso y si no me apuraba llegaría tarde a clases de Abarca y no podía darme ese gusto, llevaba ya una falta y si juntaba dos reprobaba la materia.

“¿Ya estás en clases?”

“Apenas voy, creo que llegaré tarde. Tienes a una amiga muy ñoña”

“Al menos ya vas a clases es lo importante, malo sería que te fueras de pinta always

“Nunca me he ido de pinta, además de ñoña soy becada”

“Entonces espero ser el primero con el que te vayas de pinta.”

***

Llegué corriendo. Mi pecho subía y bajaba por haber corrido. Abarca estaba pasando lista y por suerte al llegar mencionó mi nombre y logré tener la asistencia. Nerina quitó su mochila y tomé asiento. Esbocé una sonrisa y ellos de inmediato se dieron cuenta cual era el motivo.

— No digas más... — murmuró Nerina — tu retardo tiene nombre y apellido.
— Necesito que me hagan un favor — musité — ¿me acompañarían al centro? Es que... Quiero comprar unas cosas que encontré allá. – confesé. Era una mentirilla piadosa.
         — Claro, después de clases vamos... — aceptó Josh — pero es al centro, nada de libros o...

Negué con una sonrisa nerviosa.

***

         — ¿Por qué te creímos? — masculló Nerina — algo ocultabas, ¡Lo imaginé!

         — Nos has mentido, nos sentimos indignados.

— Dije que quería comprar unas cosas, por ejemplo... Libros. – esbocé una sonrisa pero ellos me mataban con la mirada.

Antes de entrar a la librería me cercioré que estuviera trabajando. Mis manos temblaban, me sentía tonta haciendo esto pero era momento de encontrarnos y estaba segura que en otro momento iba a ser imposible por cuestión de tiempo.

“¿Estás en tu trabajo?”

“Así es, rulos. ¿Por qué?”

“¿Estás comiendo galletas?”

“No, ¿estás aquí?”

“¿Estás arreglando libros?”

“Tampoco, ¿sucede algo?”

“¿Estás en caja vendiendo libros?”

“Exacto.”

“Sigo en la universidad haciendo un proyecto.”

“Vaya, creí que estabas aquí. Mi corazón latía como una patata frita.”

Sonreí como seña a Nerina y Josh. Hice que ellos pasaran primero y se dispersaron en la librería. Clavé la mirada en el celular como si estuviera escribiendo y al entrar uno de los trabajadores me preguntó lo mismo cuando alguien visita el lugar.

— Hola, buenas tardes. ¿Buscas algún libro en especial?

         — No, — negué y sonreí. El chico era aquel amable trabajador que contestó mis preguntas la prima vez que visité Poética. — sólo veré algunos libros.
         — Bien, podrías dejar tu mochila ¿por favor?
       Asentí y al darme vuelta estaba ahí observando todo con sus mejillas sonrosadas y su mirada clavada en mí. Mi corazón comenzó a palpitar al verlo. Un señor se encontraba comprando el libro pero parecía que no existía en ese momento. Las mariposas que antes revoloteaban querían salir emocionadas tanto como lo estaba yo.
         Me acerqué con timidez y le entregué mi mochila.
         — Hola, rulos. Me has engañado, guapa.
         — Quería que fuera una sorpresa.
         — Y vaya que lo fue.
         El chico barbón que nos miraba extraño como si no le agradara mi visita, quizá estaba celoso que era un solterón amargado que odia los libros y a chicas con proyectos de investigación.
         — ¿no te interrumpo? — pregunté preocupada. Tampoco quería causarle problemas.
         — Tú nunca interrumpes. — sonrió y yo morí en ese momento. — parece que te conozco de algún otro lugar... Pero no recuerdo de donde...
         Me encogí de hombros ¿Tenía tan mala memoria para no recordar las dos veces que he visitado la librería? Achicó los ojos y esbozó una sonrisa recargándose en su asiento y cruzando los brazos.
         — La burguesa. Ahora entiendo de donde te conozco. Tú viniste a maltratar libros.
         — Yo no maltrato libros, aquel día fue un accidente, además tú fuiste el grosero cuando comenzaste a decir cosas incoherentes de mi cámara.
         — Debes aceptar que una cámara Nikon es lo peor que puedes comprar, como periodista te aseguro que no te ayudará para nada.
         — Sólo si quieres ser fotógrafo de fiestas infantiles. — mencionó entrometiéndose el barbón capullo.
         Presioné los labios ante sus comentarios, no quería discutir con él por algo que era imposible. Conociéndome… Abigail Torres muy pocas veces se queda callada, odia perder y quedar mal frente a alguien y más si es frente a una persona que comenzaba a ser importante para ella. Joder, ese barbón capullo se estaba ganando el primer lugar en mi lista de personas que no me agradaban y curiosamente sólo estaba él, quizá la profesora Larissa pero ella no me sacaba de quicio.
         Traté de cambiar de tema pero antes de encontrar alguno acorde para que platicáramos los dos, sus manos sostuvieron las mías y en cuanto vi sus dedos estaban entrelazados con los míos.  Pestañeé varias veces y me sentí convertirme en gelatina. ¡Menuda forma de lograr de nuevo las mariposas en mi estomago!
         — Eres muy linda.
         — Pero soy una burguesa sin sentido en cámaras.
         — Bueno, lo has dicho tú.
         Sonreí. Se acercó más a mi quedando justo en frente, sus ojos café claros me penetraban con una gran intensidad que comenzaba a sentirme incomoda, sin embargo, era una incomodidad agradable que deseaba sentir por muchas horas más. Acerqué mi mano derecha a su rostro y él cerró sus ojos mientras sentía mi contacto. Acaricié su piel justo donde se encontraban sus pecas y unos simpáticos lunares. Abrió los ojos pero su sonrisa no desapareció. Con sus manos sostuvo mis mejillas aplastándolas y jugando con ellas como si fuera la única forma de divertirse, además mi nariz también fue victima de su contacto al ser presionada varias veces logrando un cosquilleo interno que en dos ocasiones me provocaron estornudar.
         — ¿Me visitarás más seguido? — preguntó con un aire de tristeza en su tono de voz.
         — Posiblemente. No quiero distraerte y que sea mi culpa que mañana estés buscando otro trabajo. — dije e hice una pequeña mueca. — Podrías visitarme también.
         — ¿Qué harás este sábado? — preguntó entrelazando nuevamente nuestros manos.
         — Creo que nada.
         — Bien, entonces aparta tu mañana del sábado para mí.
         — Señorito Fachas, el sábado está apartado para usted.
         Su mano acarició mi mejilla pero la magia que estaba logrando con ese simple y sencillo contacto desapareció cuando Nerina y Josh entraron mostrando el reloj del teléfono, teníamos que irnos.
         — Abbicienta… ya están por ser las doce. El carruaje se convertirá en calabaza… — dijo Josh viendo la escena en la que me encontraba con Rian.
         — ¿Es acaso tu chofer? ¡Ostias, guapa… que si eres una burguesa!
         Josh fulminó con la mirada a Rian, no le había agradado para nada el que le llamara chofer. La mirada de Josh se clavó en mí y una sonrisa maliciosa apareció, no me venía nada bueno. ¡Oh, cuidado Abbie!
         — No, disculpa pero no soy su chofer… aunque… ¿Tú eres Rian, cierto?
         — Así es. — respondió.
         — Cuéntame, Rían. ¿Cuál es tu opinión sobre la periodista que despidieron injustamente?
         Achiqué los ojos. El rostro burlón de Josh lo decía todo. Había preguntado con la intención de hacerme enojar.
         Como si le hubiesen dado cuerda, Rian comentó su indignación ante el tema, Josh no entendía pero sólo asentía como si le interesara.
         A lo lejos vi a Nerina que me hacía señas de irnos, asentí, era momento de retirarme. Tragué saliva, Josh se fue y miré fijamente a Rian, era la primera vez que me sentía diferente… que me sentía tan… Abbi.
         — Me llevan… — musité
         — ¿Al menos un abrazo? — preguntó.
         Salió del lugar donde se encontraban, antes de llegar hacia él miré hacia atrás pero ni Nerina y menos Josh estaban ahí. Con paso lento me acerqué y nos fundimos en un largo, tierno y necesitado abrazo. Su perfume se impregnó en mis fosas nasales llegando a mis recuerdos para permanecer por siempre ahí. No quería que esto acabara, temía que mañana ni uno recordara lo que estaba sucediendo aquí. Me alejé un poco y lo miré fijamente a los ojos.
         — Hueles bien. — dije y bajé la mirada.
         — Tú también hueles muy bien.
         — ¿Es un adiós? — pregunté insegura.
         — Es un hasta luego. Quizá otra vez venga alguna burguesa con su cámara Nikon en busca de algún libro. Ahí estaré yo para ayudarla en lo que necesite.
         Todo fue tan rápido que no supe como logró terminar con todas mis emociones. En mi rostro se creó una sonrisa de satisfacción y justo en ese momento, el tiempo se detuvo, las personas guardaron silencio y sólo éramos él y yo. Sus labios se acercaron a los míos presionándolos y logrando un beso de aquellos que hasta levantar el pie deseas. De aquellos besos únicos e irrepetibles. Mi primer beso en el que siento como miles de hormigas caminan por mi cuerpo y las mariposas golpean para ser libres.
         — Nos vemos, rulos.

Nota: Prohibida la distribución parcial o total del texto.