Autor: Sherlock Gómez
“La guerra es el arte de destruir a los hombres, el amor es el arte de engañarlos.”
Fecha:
20 de Enero de1939
Lugar: Asturias, España
Lugar: Asturias, España
Traté de sintonizar la única estación que se
podía escuchar en estos momentos, el sonido de interferencia era lo que
envolvía el ambiente. Comencé a oír la voz del locutor y me quedé parada justo
frente al aparato mientras emitía un bostezo profundo.
«Queridos radioescuchas, les informamos las
últimas novedades con respecto a la guerra que está atravesando nuestro país.
Estén muy atentos a todo lo que ocurra, no salgan de sus hogares si no es
necesario y mucha precaución con las alarmas y los toques de queda. Les repito,
abstenerse a salir o viajar hacia la capital…»
Tragué saliva ¿Por qué estaba ocurriendo esto?
¿Qué necesidad había de pelear por tierras y matar a inocentes por actos tan
cobardes como es la guerra? Suficiente fue la primera guerra mundial, no
necesitábamos una interna.
Apagué el radio y observé el reloj de pared que Aitor
me había regalado en nuestro primer año de noviazgo. Un pequeño reloj de pared
que consiguió en un bazar en Madrid. Dos y medía de la mañana. Seguía despierta
con la emoción a flor de piel a pesar de la cruda realidad que estábamos
pasando. No obstante, mi felicidad no disminuía. Hace mucho que no lo veía, dos
largos años de que se fuera a la guerra para salvar a una nación. Después de ese
tiempo lo tendría frente a mí, lo abrazaría y besaría diciendo lo mucho que me ha
hecho falta. Por fin se hacía realidad.
Coloqué mi guante blanco en mi mano derecha y
alisé mi vestido para estar presentable para ese momento especial.
Llené mi maleta de libros entre algunos cambios
de ropa, no me iba a quedar por mucho tiempo pero correría el riesgo, no me
importaba lo que ocurriera si la última imagen fuese de él.
Caminé hacia el estante donde se encontraba una
foto de nosotros, aquella sonrisa que lo caracterizaba estaba reflejada en la foto
en blanco y negro. Delineé con las yemas de mis dedos sus labios siguiendo la
forma de su sonrisa. Sin darme cuenta estaba esbozando una en ese momento.
Solté una lágrima, una pequeña gota se desprendía de mi ojo izquierdo
resbalándose por mi mejilla y cayendo sobre la imagen. ¿Estará pensando en mi?
Guardé
el retrato junto a otras fotos suyas en la maleta.
Descolgué el único abrigo que tenía de él. Inhalé
su peculiar aroma y lo estreché entre mis brazos. Lo extrañaba, lo necesitaba
tanto…
Alejé la maleta del sofá y me acurruqué con todo
y abrigo, no lo soltaba, no lo iba a dejar ir.
— Quiero estar a tu lado…—dije en un susurro.
—quiero mirarte, sentir tus brazos protegiéndome. — decía apretando más el
abrigo.
Cerré los ojos y caí rendida en un sueño que
llevaba días postergando.
Observé detenidamente la estación de trenes con
una gran emoción. Sin importar la hora estaba ya repleta de personas igual de
entusiasmadas que yo. Todos corrían hacia los vagones subiendo eufóricos a los
trenes, tenían el mismo propósito: encontrarse con sus familiares.
— ¡ALTO AL FUEGO! ¡ALTO AL FUEGO! La guerra ha
terminado, la guerra ha terminado. — gritaba un señor con gabardina y una gran
barba que llevaba meses sin rasurar.
La guerra había terminado, por fin se había
logrado una paz en España, por fin estaría junto con Aitor, por fin lo volvería
a ver.
Subí al tren en la tercera campanada que dio el
chofer, estaba a punto de irse. Agarré mi sombrero por miedo a que el viento se
lo llevara. El taquillero estiró su mano y me ayudó a entrar al vagón.
— Su boleto señorita. —dijo.
Le entregué el boleto y lo perforó dejando un
pequeño circulo justo en la ‘d’ de “Madrid”
— Llegue a salvo a su destino. —Me dijo bajando
un poco su gorro.
Caminé entre los pasillos y coloqué la maleta en
la parte de arriba. El tren comenzó a moverse y trastabillé. Fue gracias a una
viejecilla que sostuvo mi cuerpo y no caí.
— Cuidado jovencita, el tren en movimiento es
peligroso. —dijo y tomó asiento. — Ha cesado la guerra…—murmuró mientras
contaba semillas de girasol. — la guerra ha terminado.
Asentí ante su afirmación. Días antes el ambiente
hubiese estado tenso, ahora sólo se respiraba tranquilidad y paz.
— Creí que no terminaría. La vida nos
ha premiado deteniendo este desastre.
— Soy una vieja que ha visto pasar muchas cosas
frente a sus ojos. Al escuchar la noticia, sonreí con júbilo. Mi hijo es
militar, ayer recibí una carta suya, estará en Valencia esperándome.
— Mi novio estuvo también ahí. Ayer recibí un
telegrama pidiendo que nos encontráramos en Madrid. deseo verlo con bien. —dije
con una ilusión en mis ojos.
— Dichosa que eres jovencita. El amor de los
jóvenes es lo más puro que hay entre tanta bruma negra por la guerra. —suspiró.
— Mi esposo murió en batalla dos días antes de finalizar la primera guerra
mundial. Espero y su amor se atesore por
años.
Sonreí y coloqué mis manos una sobre la otra. El
frío del invierno calaba los huesos y empañaba los vidrios del tren.
— ¿Sabes que estos trenes no duermes? —preguntó
la viejecilla mirando por el horizonte. — Todos los sueños e ilusiones de
personas que esperan el regreso de sus familiares de aquellas batallas se
quedan atrapados en estos vagones y viajan kilómetros esperando que en algún
momento se hagan realidad.
— Mi sueños e ilusiones se quedarán atrapados
aquí.
— Vagón 223, no lo olvides. —Cerró sus ojos.
Con mi mano en puño despejé el cristal para
observar mejor el camino. Mi mente jugaba con mis emociones pero claramente vi el
rostro de Aitor en el cristal. Sonreí inconscientemente y me recargué esperando
que mis sueños comenzaran a esparcirse en el vagón.
— Tu rostro es un pequeño poema para mi largo
trayecto. —murmuré sin desvanecer la sonrisa de mi rostro.
Sólo dos horas era el camino y entre tanta espera
me entretenía escuchando las noticias que divulgaban las personas en el tren,
los llantos de niños por desear comer o el grito del tren esperando la llegada
a la estación.
— Lo sé, es demasiado lamentable lo que sucede.
—habló una mujer que se encontraba un asiento atrás del mío. — escuché que fueron
más de quinientas muertes. Antes de que terminara la guerra, escuché que habían
aventado una bomba en una carpa médica. Que inhumanos…
Me levanté de inmediato ¿Bomba? ¿carpa médica?
— Aitor… —musité.
El tren se detuvo, habíamos llegado. Por fin
estábamos en Madrid. A pesar de todo lo sucedido, el ambiente aquí seguía rígido. Las personas
corrían y sólo se veían un par de pies andando.
Me escabullí entre la multitud bajando del tren y
buscándolo. Cinco de la mañana, veinte de Enero y debería de estar aquí.
Caminé un poco más hacia la salida, sostuve de la
parte de arriba de mi sombrero con la mano izquierda mientras que, con la mano
derecha sostenía mi maleta llena de recuerdos. El viento hondeaba y la orilla
de mi vestido deseaba volar también hacia el este.
Lo vi, me buscaba con la mirada pero ni un rostro
le era familiar.
— ¡Aitor! —grité su nombre con todo el aire que
pude soltar.
Sus ojos avellanados me encontraron y su sonrisa
que hace dos años no veía aparecía en el momento exacto.
Corrí hacia él y brinqué a sus brazos, sentí como
mi vestido y mis emociones volaban junto al viento que soplaba. Me sostuvo con
sus fuertes brazos de mi cintura y fue bajándome poco a poco hasta que sentí
nuevamente sus labios chocar contra los míos.
— Dios, Lucia, te he extrañado. —murmuró sobre
mis labios.
— Yo más, yo mucho más Aitor… han sido dos años
tan largos, siempre me preguntaba que sería sin ti el resto de mi vida. Te
quiero, te quiero Aitor.
— Yo te adoro con toda mi alma.
Me alejé de él unos centímetros y lo vi usando su
traje de militar. Una herida sobre su mejilla izquierda y una pequeña bandita
sobre su ceja derecha.
— ¿Has peleado mucho? —pregunté y mis intestinos
se achicaron pensando lo peor.
— Por ti, pensando siempre en ti.
— Te perdí por un largo tiempo Aitor, pero
prometo que no sucederá de nuevo, no te perderé otra vez. No te dejaré, nunca
más. —me aferré a su cuerpo soltando unas lágrimas sobre su uniforme.
— Te busqué por todas partes, mi pequeña. Esperaba
este momento con ansias.
Besé nuevamente sus labios, mis sueños atrapados
en aquel vagón se habían hecho realidad, estaba con él, la guerra había
finalizado y estaríamos juntos por el resto de nuestras vidas.
— Señora… ¿Señora?
— Uhmm… ¿sí? —pregunté adormilada. — ¿Ocurre
algo? —bostecé.
— Hemos llegado a Madrid. Se ha quedado dormida
en todo el viaje.
— Cierto. — susurré. Observé el tren, vagón 233. —Volvió
a ser un sueño… —musité. Levanté la mirada y la fije en aquel hombre.— Vaya, me
han engañado…
— ¿Disculpe? —preguntó el joven mozo que había
terminado con mis sueños y recuerdos.
— Me habían dicho que este tren no dormía y que
capturaba los sueños para hacerlos realidad. —me levanté. Mis huesos estaban ya
desgastados y fatigados. — me han mentido.
Fecha: 20 de Enero de 1966
Lugar: Madrid, España
Hora: cinco de la madrugada
Salí del tren buscándolo con la mirada,
pero hace veintisiete años que ya no estaba ahí. Caminé con paso lento hacia la
salida, el largo viaje adormiló mis huesos y en cada caminar crujían quejándose
por lo vieja que estaba.
Recorrí el panteón de Madrid buscando
su tumba. Hace veintisiete años que había muerto. A tres días de culminar la
guerra lo mandaron al frente de batalla. Un militar estaba herido y fue a
ayudarlo, lo emboscaron y sólo fue necesario un disparo para acabar con todo.
Junto con él se esfumaron aquellos sueños que nunca se hicieron realidad.
Sostuve el ramo de rosas y lo coloqué
sobre su ataúd.
«Descansa en paz honorable hombre que
dejó su último suspiro en el campo de batalla. Dávila Aitor 1914 – 1939»
— Aún me pregunto como sigo de pie. Los
primeros años creí que moriría de tristeza. Cuando me llegó la carta mi mundo
se desvaneció. Prometí que estaríamos juntos, siempre juntos. —bajé la mirada—
no lo cumplí. Te perdí Aitor, te he perdido de nuevo. —alejé una lágrima. —
Pero ya no, no volveré a perderte ni a dejarte, nunca más. Cada año te buscaba
esperando encontrarte con esa sonrisa a las cinco de la madrugada cuando
saliera del tren… —oprimí mis labios. — te he encontrado amor, lo he hecho.
Limpié
su tumba y arreglé las flores dejando una mejor vista. Agarré mi maleta, era
momento de irme. Observé por última vez la tumba con las flores rojas que había
traído.
—
Aitor… ¿Has pensado en mi? — Pregunté antes de alejarme dejando mis recuerdos
postrados sobre su tumba.
.::Nota: Prohibido la copia parcial o total de la historia::.
Es una hermosa historia que realmente te hace reflexionar sobre lo monótona que puede llegar a ser la vida a simple vista, con personas que van sentadas junto a ti en un vagón, pero que en el fondo tienen buenas historias que merecen ser convertidas en arte por una escritora como tu. Sherlock ya quiero leer más.
ResponderEliminarLa vida puede ser un gran estuche de sorpresas. Pronto habrá más ;) gracias por tomarte el tiempo de leer la historia. Espero las siguientes sean también de tu agrado & deje algún buen mensaje. saludos!
EliminarHola Sherlock, soy Artemis, una lectora y CDC de FanFics de SHINee. Te leo desde allá. Me pasé por aquí para ver que tal y me quedé gratamente sorprendida. Muy bueno tu cuento (me gustaría llamarlo así más que One-shoot), la triste historia de Lucia y Aitor. Debo decirte que me encantó el giro al final. La manera en que manejaste el asunto del sueño fue maravilloso. Después de todo, el sueño de Lucía si quedó atrapado, como todos tantos otros sueños que se han llevado las guerras. ¿Cuál será ese encuentro del que habla Lucía? No me digas, me hago una idea.
ResponderEliminarPor último quiero decir que está para pensar el epígrafe, con todo y el cambio que le hiciste a la frase. ¿El amor es el arte de engañar a los hombres? ¿De qué se engañan? ¿De la simpleza de la raza humana? que respondería a dos artes ¿amar u odiar? ¿crear o destruir? no sé, creo que estoy divagando.
Entonces, felicidades eres una buena escritora. Espero escribas más.
Nos leemos pronto
Muchas gracias a ti por seguir mis historias & realmente por pasarte aquí & seguir leyéndolas. Me agrada en especial que hayas entendido el significado & el hilo de la historia ya que algunos que lo leyeron digamos que se perdían de una parte a otra. Te espero en las otras entradas deseando que también sean de tu agrado :D no dejes de comentar que tus comentarios son muy valiosos e importantes :)
EliminarMuchas gracias a ti por seguir mis historias & realmente por pasarte aquí & seguir leyéndolas. Me agrada en especial que hayas entendido el significado & el hilo de la historia ya que algunos que lo leyeron digamos que se perdían de una parte a otra. Te espero en las otras entradas deseando que también sean de tu agrado :D no dejes de comentar que tus comentarios son muy valiosos e importantes :)
EliminarWow...... la verdad no esperaba aquel final..... como siempre, sorprendes a tus lectores ;w; siempre me han gustado tus one-shoot gracias por las historias
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